viernes, 26 de septiembre de 2014

La ruta de Miguel Hidalgo


A principios del siglo XIX, en Nueva España surgieron varias propuestas fara formar un nuevo gobierno. Estas nuevas ideas se formaron gracias en gran parte a la invasión del ejército francés de Napoleón a España. Este hecho hizo crecer las esperanzas de independencia y libertad en las colonias americanas.

En Valladolid, hoy Morelia, San Miguel el Grande (Allende) y Querétaro, grupos de conspiradores organizaron en secreto un movimiento a favor de la independencia. El grupo de Querétaro tuvo el apoyo del corregidor del lugar, Miguel Domínguez, junto con su esposa Josefa Ortiz.

En San Miguel el Grande tuvieron como líderes a los capitanes del ejército Ignacio Allende y Juan Aldama. Estos, a su vez, tenían contacto muy estrecho con Miguel Hidalgo y Costilla, cura de la parroquia de Dolores.

Al ser descubiertos los grupos que conspiraban en Valladolid y en Querétaro, el cura Miguel Hidalgo y el capitán Ignacio Allende decidieron apresurar los planes. En la madrugada del 16 de Septiembre, el cura Hidalgo llamó a la gente desde el campanario de su parroquia de Dolores y dio el grito de libertad que inició el movimiento insurgente. Lo siguieron algunos criollos, junto con una multitud de indígenas, mestizos y mulatos. 

De Dolores, los sublevados se dirigieron a la ciudad de Guanajuato, que era defendida por el intendente Riaño. Allí se trabó un combate que concluyó con la toma de la Alhóndiga de Granaditas, lugar donde se habían hecho fuerte los españoles. Después, los insurgentes se apoderaron de Valladolid, donde Miguel Hidalgo donde emitió el primer bando (edicto) el cual exhortaba a los dueños de esclavos a liberarlos, bajo pena capital y confiscación de sus bienes.

De Valladolid, los insurgentes partieron rumbo a la Ciudad de México, y en el Monte de las Cruces, Hidalgo y su ejército derrotaron a las tropas realistas que defendían el lugar. Sin embargo, en contra de la opinión de Allende y gran parte de su ejército, Hidalgo decidió replegarse hacia Querétaro, en vez de entrar a la Ciudad de México. En el trayecto, fueron interceptados por las tropas realistas del general Félix María Callejas, quienes derrotaron a los insurgentes en la batalla de Aculco.

Hidalgo se retiró entonces a Valladolid, y posteriormente a Guadalajara. En este último lugar, Hidalgo decretó la abolición de la esclavitud y la restitución de las tierras a los indígenas. Persiguiéndo a los insurgentes, Calleja llegó a Guadalajara. Las tropas realistas derrotaría a las huestes de Hidalgo en la batalla de Puente de Calderón.

Tras este duro golpe, los principales jefes insurgentes marcharon hacia el norte, en busca de recursos y apoyo. Tras aparentar estar con los insurgentes, el antiguo coronel realista, Ignacio Elizondo, traicionó a los caudillos el 21 de marzo de 1811, en las Norias de Baján, (en el Estado de Coahuila), y los tomó prisioneros. Hidalgo, Allende, Abasolo, Aldama y Jiménez fueron conducidos a Chihuahua, donde fueron juzgados y sentenciados a muerte. A Miguel Hidalgo se le fusiló el 30 de julio de 1811.